El 12 de agosto es un día que siempre he recordado con sentimientos encontrados. Por un lado, es el aniversario del nacimiento de mi abuela, una mujer extraordinaria que siempre ocupó un lugar especial en mi corazón. Por otro lado, es también el día en que falleció, dejando un vacío irreparable en nuestras vidas.
Recuerdo a mi abuela como una mujer amable y cariñosa que siempre tenía una sonrisa en la cara. Era una excelente cocinera y sus platos siempre estaban llenos de amor y dedicación. Le encantaba contar historias y siempre encontraba la manera de hacerme reír con sus ingeniosas anécdotas.
El día de su muerte, yo era apenas un niño. Recuerdo que me desperté temprano en la mañana y fui a su habitación para darle los buenos días. Pero cuando entré, la encontré acostada en la cama, inmóvil y pálida. En ese momento, el mundo pareció detenerse y mi corazón se llenó de una tristeza insoportable.
Los meses y años siguientes fueron difíciles. Extrañaba mucho a mi abuela y lloraba su pérdida todos los días. Pero con el tiempo, aprendí a honrar su memoria viviendo mi vida al máximo y siendo la mejor persona que podía ser.
Hoy, en el aniversario de su nacimiento y de su muerte, pienso en mi abuela con una mezcla de tristeza y gratitud. La extraño mucho, pero sé que su espíritu siempre estará conmigo, guiándome y protegiéndome.
El 12 de agosto es un día para recordar a todos los que amamos y que ya no están con nosotros. Es un día para celebrar sus vidas y para honrar su memoria. Que podamos encontrar consuelo y paz en sus recuerdos y que su amor siga inspirándonos a lo largo de nuestros días.