Cuando era niño, me encantaba jugar futbol. Mi posición era la de delantero. Me encantaba correr detrás del balón y tratar de marcar goles. Marcar un gol era una sensación increíble. Sentía como si hubiera logrado algo grande. Solía jugar con mis amigos en la calle o en el parque. Siempre me esforzaba por ser el mejor jugador del campo.
Un día, jugamos un partido contra un equipo de otra calle. Eran un equipo muy duro y nosotros estábamos perdiendo por varios goles. Pero no me rendí. Seguí corriendo y tratando de marcar goles. Finalmente, marqué un gol. Luego marqué otro. Y luego otro. Terminamos ganando el partido por 5 a 4. Fue uno de los mejores momentos de mi vida.
Nunca olvidaré ese sentimiento. Fue una sensación de triunfo, de orgullo y de satisfacción. Fue una sensación que me hizo querer seguir jugando futbol. Y fue una sensación que me enseñó que nunca debo rendirme, sin importar lo difícil que parezca algo.
Hoy en día, ya no juego futbol tan a menudo como antes. Pero todavía amo este deporte. Y todavía me encanta la sensación de marcar un gol.
El futbol es más que un juego. Es una pasión. Es una forma de vida. Y es algo que siempre estará conmigo.
Así que si alguna vez te sientes desanimado, recuerda la sensación de marcar un gol. Es una sensación que te hará seguir adelante, sin importar lo que pase.