A qué hora juega Colombia
Creo que me pasé de la raya. Abrí Google Maps una vez más y comprobé la distancia entre mi apartamento y el estadio. Cinco kilómetros a pie. Demasiado lejos. Decidí llamar a un taxi.
Acababa de colgar el teléfono cuando recibí un mensaje. Era de mi amigo Carlos.
— ¡Vamos al partido! —decía—. ¡Te recojo en 15 minutos!
¡Aleluya! Salté de alegría. Carlos vivía justo al lado del estadio.
Me puse la camiseta amarilla de la selección colombiana y salí corriendo hacia la puerta. Carlos ya estaba allí, aparcando su coche.
— ¡Vamos! —me dijo—. ¡No queremos llegar tarde!
Subí al coche y nos dirigimos al estadio. Las calles estaban llenas de gente con la camiseta de Colombia. Había un ambiente de fiesta.
Llegamos al estadio justo a tiempo. El partido estaba a punto de empezar. Entramos y nos sentamos en nuestras butacas.
El estadio estaba a reventar. Más de 50.000 personas animaban a la selección colombiana. El ambiente era electrizante.
El partido empezó con fuerza. Colombia atacó desde el primer minuto. Tuvimos varias ocasiones claras, pero no conseguimos marcar.
En el minuto 20, Perú marcó un gol. El estadio se quedó en silencio. La afición peruana empezó a cantar y a bailar.
Pero Colombia no se rindió. Seguimos atacando y, en el minuto 35, empalamos un golazo. El estadio explotó de alegría.
El partido continuó con mucha intensidad. Ambos equipos tuvieron ocasiones de marcar, pero el marcador no se movió más.
El partido terminó 1-1. Fue un resultado justo. Colombia había jugado mejor, pero Perú también había tenido sus oportunidades.
Salimos del estadio satisfechos. Habíamos visto un gran partido y habíamos disfrutado de la fiesta del fútbol.
Al día siguiente, Colombia jugó su segundo partido contra Brasil. Esta vez, la selección colombiana no pudo con la potencia brasileña y perdió 2-0.
Pero no importa. Colombia ya había hecho historia. Había llegado a los cuartos de final de un Mundial por primera vez en su historia.
¡Gracias, Colombia! ¡Gracias por hacernos soñar!