Accidente Morella




Un día que cambió muchas vidas para siempre
Recuerdo aquel día con claridad, el cielo estaba despejado y el sol brillaba con fuerza. Parecía un día perfecto para una excursión a Morella, un pintoresco pueblo medieval de Castellón. Pero el destino tenía otros planes.
Íbamos en el autobús, un grupo de compañeros de universidad, llenos de ilusión y ganas de aventura. Cantamos canciones y reímos sin parar, compartiendo nuestras expectativas sobre el día que nos esperaba. El trayecto fue ameno y llegó un momento en el que, sin darnos cuenta, nos adentramos en una zona de curvas.

De repente, todo sucedió muy rápido. El autobús tomó una curva demasiado cerrada y el conductor perdió el control. El vehículo se salió de la carretera y volcó sobre sí mismo.


El silencio se apoderó del autobús. El caos y el pánico se apoderaron de nosotros. Gritos, llantos y el sonido de cristales rotos llenaron el aire. Yacía en el suelo, aturdida y desorientada. Sentí un dolor agudo en la pierna y el miedo me invadió.
En medio de la confusión, alguien consiguió abrir una ventana y salir. Poco a poco, los demás fuimos liberándonos de entre los hierros retorcidos. Salimos del autobús tambaleándonos, heridos y conmocionados.
Había heridos graves, algunos con fracturas expuestas. Otros, como yo, teníamos heridas más leves. Pero todos estábamos traumatizados por la experiencia que acabábamos de vivir.
Los servicios de emergencia llegaron rápidamente y nos evacuaron al hospital. Allí nos hicieron pruebas y nos atendieron las heridas. Yo tenía una fractura en la pierna, pero por suerte no era demasiado grave.
Pasamos varios días en el hospital, recuperándonos de nuestras heridas físicas y psicológicas. El accidente había dejado una huella en nosotros, tanto física como emocional.
Ya han pasado varios meses desde el accidente y todavía quedan secuelas. Algunos de mis compañeros siguen sufriendo lesiones y traumas. Pero también nos ha unido como grupo. Hemos desarrollado un vínculo especial, basado en la experiencia compartida de habernos enfrentado a la muerte y haber sobrevivido.
El accidente de Morella fue un punto de inflexión en nuestras vidas. Nos hizo valorar lo efímera que es la vida y lo importante que es disfrutar cada momento. También nos enseñó el verdadero significado de la amistad y la solidaridad.