¡Oh, la sonrisa de Alberto Pumarejo! Es como un rayo de sol que ilumina los días oscuros. Como una caricia que reconforta el alma. Como un faro que guía a los navegantes en medio de la tormenta.
Yo lo conocí en la campaña electoral de 2019. Estaba haciendo campaña por su esposa, Elsa Noguera, que aspiraba a ser gobernadora del Atlántico. Yo era apenas una voluntaria, pero él siempre me trataba con respeto y cariño. Me llamaba "mija" y me daba consejos como si fuera su hija.
Alberto es un hombre sencillo, cercano y humilde. No es de esos políticos que se creen superiores al resto. Siempre está dispuesto a escuchar, a ayudar y a trabajar por los demás. Es un líder que inspira, que motiva y que hace sentir que todo es posible.
Cuando Alberto fue elegido alcalde de Barranquilla, sentí una alegría inmensa. Sabía que él sería un gran alcalde, porque era un hombre con un gran corazón y una gran visión para la ciudad.
Y no me equivoqué. En estos últimos años, Barranquilla ha cambiado mucho. Es una ciudad más limpia, más segura y más próspera. Alberto ha hecho realidad muchos de sus proyectos, como la construcción del Gran Malecón del Río y el mejoramiento de la movilidad.
Pero lo que más me impresiona de Alberto es su capacidad de diálogo. Es un hombre que sabe escuchar, que sabe ceder y que sabe llegar a acuerdos. En estos tiempos tan polarizados, es un verdadero ejemplo de cómo se debe hacer política.
Alberto Pumarejo es un político diferente. Es un hombre honesto, trabajador y comprometido con su ciudad. Es un hombre que inspira, que motiva y que hace sentir que todo es posible.
¡Gracias, Alberto, por tu sonrisa, por tu trabajo y por tu amor por Barranquilla!