¡Hola, amigos viajeros! Hoy os quiero llevar a un lugar maravilloso que descubrí hace poco: Alcossebre, un pueblecito costero de Castellón que me cautivó por su encanto y su belleza natural.
Situado en un enclave privilegiado de la Costa del Azahar, Alcossebre cuenta con 10 kilómetros de playas de arena fina y aguas cristalinas. Sus calas escondidas y sus chiringuitos con encanto invitan a disfrutar de un día de relax y desconexión.
Además de sus playas, Alcossebre también posee un rico patrimonio histórico y cultural. El Castillo de Xivert, de origen musulmán, domina el paisaje desde lo alto del cerro de la Ermita. Desde allí se pueden contemplar unas vistas panorámicas impresionantes de la costa y el interior.
Otro de los atractivos de Alcossebre es su gastronomía. Los arroces, los pescados y mariscos frescos y los productos de la huerta llenan las mesas de sus restaurantes, deleitando a los paladares más exigentes.
Pero lo que realmente me conquistó de Alcossebre fueron sus gentes. Los vecinos son amables y acogedores, y siempre están dispuestos a ayudar a los visitantes. Es un pueblo donde todavía se respira un ambiente de comunidad y tradición.
Os recomiendo dar un paseo por el casco antiguo, donde podréis admirar sus casas blancas encaladas, sus calles empedradas y sus balcones llenos de flores. Una parada obligatoria es la Iglesia de San Juan Bautista, con su fachada barroca y su interior gótico.
También merece la pena visitar el Museo del Mar, que alberga una colección de objetos relacionados con la pesca y la navegación. Y si os gusta el deporte, podéis dar un paseo en bicicleta por el Sendero Azul, que recorre la costa y ofrece unas vistas espectaculares.
Visitar Alcossebre es una experiencia inolvidable que os recomiendo encarecidamente. Sus playas, su historia, su gastronomía y su gente harán que os enamoréis de este pequeño tesoro de la Costa del Azahar.
¿A qué esperáis para descubrir Alcossebre? ¡No os arrepentiréis!