Yo sí. Y fue una de las experiencias más transformadoras de mi vida.
Caminaba por un bosque un día, cuando de repente sentí una oleada de paz sobre mí. Era como si todo el bosque estuviera susurrando secretos al viento.
Escuchando a los árbolesMe detuve y me concentré en los sonidos que me rodeaban. Los árboles parecían estar susurrando suavemente, sus ramas danzando como brazos que se extendían hacia mí.
Cerré los ojos e imaginé que los árboles hablaban conmigo. Compartieron historias de sus vidas, de las tormentas que habían resistido y del sol que los había nutrido.
Mientras escuchaba a los árboles, sentí que mi propio propósito en la vida se aclaraba. Me di cuenta de que estaba destinado a ser un protector de la naturaleza, a ayudar a otros a conectarse con su belleza y sabiduría.
Salí del bosque ese día como una persona diferente. Me sentía más conectado con el mundo que me rodeaba y más determinado que nunca a hacer mi parte para protegerlo.
Desde entonces, he seguido escuchando a la naturaleza. He aprendido de los ríos, las montañas y el cielo. Y cada vez que escucho, me siento más inspirado y más conectado con mi verdadero yo.
Te invito a que tú también pruebes a escuchar a la naturaleza. Sal a un parque, a un bosque o a la orilla de un río. Cierra los ojos y concéntrate en los sonidos que te rodean.
Puede que al principio no escuches nada, pero con el tiempo, empezarás a oír los susurros del viento, el canto de los pájaros y el ritmo del agua.
Y cuando lo hagas, descubrirás el poder transformador de la comunicación con la naturaleza.