Soy un aficionado del Bilbao Basket desde que era pequeño. Recuerdo ir al viejo pabellón de La Casilla con mi padre y mi abuelo, y emocionarme con cada canasta y cada victoria.
El Bilbao Basket es más que un equipo de baloncesto. Es un sentimiento, una pasión que nos une a todos los bilbaínos. Es el equipo que representa nuestra ciudad, nuestro orgullo, nuestra alegría.
A lo largo de los años, he vivido momentos inolvidables junto al Bilbao Basket. He celebrado triunfos históricos, como el ascenso a la ACB en 2005, o el subcampeonato de la Copa del Rey en 2013.
Pero también he sufrido derrotas dolorosas. He visto al equipo descender a la LEB Oro, y he llorado junto a mi padre cuando perdimos la final de la Copa del Rey en 2013.
Sin embargo, nunca he perdido la fe en el Bilbao Basket. Sé que es un equipo luchador, que nunca se rinde. Un equipo que siempre da la cara por su ciudad.
Hace unos años, viví uno de los momentos más emocionantes de mi vida como aficionado del Bilbao Basket. Fue en el playoff de ascenso a la ACB, en 2016. El equipo había perdido el primer partido en casa, y tenía que remontar en la cancha del rival.
El partido fue una locura. El Bilbao Basket iba perdiendo de más de 10 puntos en el último cuarto, pero nunca dejó de creer. Luchamos hasta el final, y conseguimos darle la vuelta al marcador.
Cuando sonó la bocina final, sentí una alegría inmensa. Habíamos conseguido ascender a la ACB, y lo habíamos hecho con corazón y garra.
El Bilbao Basket es más que un equipo de baloncesto. Es una familia, una comunidad de aficionados que comparten una pasión común. Es el equipo que nos hace vibrar, que nos hace reír y llorar, que nos une como ciudad.
Porque el Bilbao Basket es más que un equipo, es nuestra pasión, es nuestro orgullo, es nuestra ciudad.