Cardenal Pedro Rubiano Sáenz: El prelado que cambió la fe en Colombia




Si hay un nombre que resuena en la historia de la Iglesia católica en Colombia, es el del Cardenal Pedro Rubiano Sáenz. Nacido en Tunja en 1932, este hombre de fe ha dejado una huella imborrable en la vida de millones de colombianos.
Mi primer encuentro con el Cardenal Rubiano fue en una parroquia de Bogotá, donde se desempeñaba como párroco. Su sencillez y cercanía con los feligreses me impactaron profundamente. No era el típico sacerdote distante e inaccesible, sino un hombre que se mezclaba con su gente, escuchaba sus problemas y compartía sus alegrías.
A lo largo de su trayectoria, el Cardenal Rubiano ha jugado un papel fundamental en la transformación de la Iglesia colombiana. Ha sido un promotor incansable del diálogo y la reconciliación, especialmente en tiempos de conflicto y violencia. Su voz siempre se ha levantado para defender la paz, la justicia y la dignidad humana.
Una de las iniciativas más destacadas del Cardenal Rubiano es la creación de la Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium. Esta institución, con presencia en varias ciudades del país, ofrece educación superior de calidad a miles de jóvenes, muchos de ellos de escasos recursos.
Pero más allá de sus contribuciones institucionales, el Cardenal Rubiano es una figura que ha marcado la vida espiritual de innumerables colombianos. Su predicación, llena de sabiduría y profundidad, ha llevado el mensaje del Evangelio a los rincones más apartados del país.
Recuerdo especialmente una homilía del Cardenal Rubiano en la Catedral Primada de Bogotá. Sus palabras, llenas de pasión y esperanza, calaron hondo en mi corazón. Me hicieron sentir que la fe no es algo abstracto, sino una fuerza viva que puede transformar nuestras vidas y el mundo que nos rodea.
El Cardenal Rubiano es un hombre de una humildad extraordinaria. A pesar de su alta investidura, nunca ha perdido el contacto con sus raíces. Sigue siendo el mismo sacerdote sencillo y cercano que conocí hace tantos años.
En una ocasión, tuve el privilegio de compartir una comida con él. Mientras degustábamos unos deliciosos platos típicos colombianos, el Cardenal Rubiano me habló de su infancia en Tunja y de su vocación sacerdotal. Sus anécdotas, llenas de gracia y sabiduría, me dejaron una profunda admiración por este hombre de fe.
A sus 90 años, el Cardenal Pedro Rubiano Sáenz sigue siendo un faro de esperanza y guía espiritual para los colombianos. Su legado está marcado por su incansable trabajo por la paz, la justicia, la educación y la fe.
Es un honor para mí haber conocido y compartido momentos con este extraordinario sacerdote. Su ejemplo de vida es una inspiración para todos aquellos que creemos en el poder transformador de la fe y en la posibilidad de construir un mundo mejor.
¡Gracias, Cardenal Rubiano, por todo lo que has dado a Colombia y al mundo!