Queridos amigos de Málaga, me complace profundamente compartir con vosotros una reflexión sobre una de las devociones más arraigadas y veneradas de nuestra tierra: el Cautivo.
Desde tiempos inmemoriales, la figura del Señor Cautivo ha cautivado los corazones de los malagueños. Su imagen, imponente y conmovedora, evoca un profundo sentimiento de fe, esperanza y redención.
Quisiera compartir con vosotros un recuerdo personal que guardo con especial cariño. En mi infancia, solía acompañar a mi abuela a las procesiones de Semana Santa. El momento más esperado era el paso del Cautivo por nuestra calle. Cuando la banda de cornetas y tambores interpretaba la marcha "Cautivo", sentía un escalofrío que recorría mi cuerpo.
El rostro del Cautivo, sereno y a la vez afligido, me transmitía un mensaje de fortaleza y consuelo. Sus manos atadas evocaban el sacrificio al que se sometió por nosotros, mientras que su mirada profunda parecía penetrar lo más hondo de mi alma.
A lo largo de los años, la devoción al Cautivo ha ido creciendo y extendiéndose por toda la provincia de Málaga y más allá. Es un símbolo de unidad y esperanza que une a los creyentes de diversas generaciones y procedencias.
Queridos amigos, os invito a que profundicéis en la devoción al Cautivo. Visitad su Santuario, participad en sus procesiones y dejad que su mensaje de fe y esperanza os inspire en vuestro día a día.
Porque el Cautivo es más que una imagen devocional; es un símbolo de la fuerza del espíritu humano, que nos recuerda que incluso en los momentos más difíciles, siempre hay esperanza y redención.
Vamos, recorramos juntos el camino del Cautivo, y dejemos que su amor y protección nos guíen siempre.