Con todos menos contigo
¿Alguna vez te has sentido como un extraño en tu propia vida? ¿Como si fueras el único que no encajaba, el que siempre se quedaba fuera? Yo sí. Durante mucho tiempo, me sentí así. Siempre fui la rara, la que no era como los demás.
Crecí en una pequeña ciudad, donde todos se conocían. Pero yo nunca me sentí como si perteneciera a ese lugar. Siempre fui la diferente, la que no encajaba en el molde. Los otros niños no me entendían y yo no los entendía a ellos.
A medida que fui creciendo, la sensación de no pertenencia se hizo más fuerte. Me sentía como una outsider, como si estuviera mirando la vida desde fuera. Veía cómo mis amigos y familiares formaban relaciones y creaban vidas para ellos mismos, pero yo siempre me sentía sola.
Intenté encajar, intenté ser como los demás. Pero nunca funcionó. Siempre había algo que me diferenciaba de ellos, algo que me impedía sentirme realmente parte de su mundo.
Un día, me di cuenta de que no tenía que encajar. Que no tenía que ser como los demás para ser feliz. Que podía ser yo misma, incluso si eso significaba ser diferente.
Fue un alivio enorme. Por primera vez en mi vida, me sentí libre de ser quien realmente era. Ya no tenía que fingir ser alguien que no era. Ya no tenía que sentirme como una extraña.
Y entonces, lentamente, comencé a encontrar mi gente. Personas que me entendían, que me aceptaban por lo que era. Personas con las que podía ser yo misma, sin temor a ser juzgada.
No fue fácil, pero valió la pena. Finalmente encontré mi lugar en el mundo, un lugar donde pertenezco. Y aunque todavía hay momentos en los que me siento como una extraña, sé que siempre tendré a mi gente conmigo.
Si te sientes como un extraño en tu propia vida, no te rindas. Sigue buscando a tu gente. Ellos están ahí fuera, esperándote. Y cuando los encuentres, todo cambiará.