En un reino celestial colmado de gracia y misterio, se alza la gloriosa Asunción de María, un evento que ha cautivado los corazones y las mentes de creyentes durante siglos.
Una historia de ascenso y asombro
La noche tras la resurrección de Cristo, cuando la luna plateada iluminaba el cielo, María, la madre de nuestro Salvador, fue llevada al cielo en cuerpo y alma. Los ángeles, con sus alas resplandecientes, la escoltaron suavemente a través de los portales celestiales.
Un testimonio de amor y fe
Este extraordinario ascenso fue un testimonio del inmenso amor de Dios por María. Ella, que había llevado al Hijo de Dios en su vientre y presenciado su sacrificio, fue recompensada con un destino eterno de gloria y honor.
Una tradición venerada
Desde los albores del cristianismo, la Asunción de María ha sido venerada como una verdad fundamental de la fe. Los primeros Padres de la Iglesia escribieron extensamente sobre ella, y el dogma fue proclamado oficialmente por el Papa Pío XII en 1950.
Un símbolo de esperanza y consuelo
Para los cristianos de todo el mundo, la Asunción de María es un símbolo de esperanza y consuelo. Representa el triunfo del bien sobre el mal y la promesa de la vida eterna para todos los que creen.