¡Hola, amigos! Hoy les traigo la historia de un diputado muy particular, que se hizo famoso por su "brillante" idea de no trabajar, pero sí cobrar. ¡Les aseguro que no tiene desperdicio!
El diputado en cuestión, al que cariñosamente llamaremos "Pulgar", llegó al Congreso con mucha ilusión. Tanto, que se olvidó por completo del trabajo que tenía que hacer allí. Días, semanas y meses pasaban, y Pulgar seguía sin aparecer por su despacho. ¡Ni siquiera sabía dónde estaba!
Sus compañeros, preocupados, fueron a buscarlo. Lo encontraron en un bar, tomando cervezas y contando chistes. Cuando le preguntaron por qué no trabajaba, Pulgar respondió con una sonrisa inocente: "Pero si yo estoy aquí para representar a la gente, no para trabajar".
Los demás diputados se quedaron boquiabiertos. "¿Representar a la gente? ¿Yendo al bar? ¡Estás loco!", le dijeron. Pero Pulgar no se inmutó. "Yo les represento, porque sé lo que la gente quiere: que no se trabaje", dijo.
Y así fue como Pulgar se ganó el cariño de sus votantes. No hacía nada, pero era muy simpático. Iba a los pueblos, saludaba a la gente y les prometía que nunca trabajarían. Y la gente lo aplaudía, porque le creían.
Pero no todos estaban contentos. Los otros diputados, hartos de ver cómo Pulgar se burlaba del Congreso, decidieron denunciarlo. Y así, Pulgar fue expulsado del Congreso por "incumplimiento de sus obligaciones".
La moraleja de esta historia es que a veces, en la política, no importa lo que hagas, sino lo que digas. Y si dices que no vas a trabajar, pero que vas a representar a la gente, ¡la gente te votará!
Y ahora, amigos, les dejo con una reflexión: ¿Realmente queremos que nuestros representantes no trabajen? ¿O es mejor que hagan su trabajo y nos representen de verdad?