Bajo el cielo estrellado, los ojos del mundo se dirigían hacia el horizonte, donde se avecinaba un espectáculo celestial extraordinario: el cometa Diablo. Se decía que su cola ardiente era un presagio de cambios inminentes, una señal de que el destino estaba a punto de dar un giro inesperado.
Todavía recuerdo la noche que apareció. Era una noche clara y sin luna, como si el propio cielo estuviera conteniendo la respiración. Me uní a la multitud que se había reunido en el parque, todos con la mirada fija en el este, esperando que ocurriera algo extraordinario.
De repente, un destello de luz cortó el cielo, tan brillante que me hizo cerrar los ojos por un momento. Cuando los volví a abrir, ahí estaba, el cometa Diablo, en todo su esplendor. Su cabeza era un orbe incandescente, y su cola, una estela resplandeciente que se extendía a lo largo del cielo.
El momento fue sobrecogedor. Un sentimiento de asombro y temor recorrió a la multitud. Algunos susurraban oraciones, mientras que otros miraban en silencio, incapaces de apartar la mirada.
Yo sentí una extraña mezcla de emoción y aprensión. ¿Qué significaba esta aparición? ¿Traería cambios positivos o negativos? Era como si el destino mismo se estuviera burlando de nosotros, ofreciéndonos un atisbo de lo que nos esperaba, pero sin revelar el desenlace.
Los ancianos hablaban de una antigua leyenda, una historia sobre un cometa que había aparecido hacía siglos, trayendo consigo enfermedad y destrucción. ¿Era el cometa Diablo un eco de ese pasado siniestro? ¿O era un mensajero de esperanza, un faro de luz en estos tiempos oscuros?
Nadie tenía la respuesta. Solo podíamos mirar y preguntarnos, mientras el cometa Diablo continuaba su viaje a través del cielo nocturno, un recordatorio silencioso de que el futuro es un misterio y que el destino está siempre en movimiento.
Cuando el cielo comenzó a iluminarse con los primeros rayos de la mañana, el cometa Diablo desapareció, dejando atrás solo su rastro de asombro y especulación. El mundo había cambiado para siempre, pero de qué manera, solo el tiempo lo diría.
Y así, el cometa Diablo se desvaneció en las páginas de la historia, un cuento de advertencia y una fuente de esperanza, un recordatorio de que incluso en los tiempos más oscuros, el destino siempre tiene algo más reservado.