Soy de Bilbao, de toda la vida. Y eso sólo puede significar una cosa: soy del Athletic. De aquellos que venían a San Mamés con sus aitites, de los que lloraron con el descenso y se emocionaron con todas las finales perdidas.
Desde pequeño, Iker Muniain ha sido mi ídolo. Le he visto crecer, madurar y convertirse en el líder de este equipo que tanto amo. Y siempre lo he hecho con el corazón en un puño, porque sé lo que significa llevar ese escudo en el pecho.
Muniain es más que un futbolista. Es un símbolo. Representa los valores de este club: humildad, trabajo y sacrificio. Es el ejemplo perfecto de lo que debe ser un jugador del Athletic: un guerrero que nunca se rinde, que siempre lucha hasta el final.
Recuerdo un partido en concreto que me marcó para siempre. Fue en la final de Copa del 2012, contra el Barcelona. El Athletic iba perdiendo 3-0 al descanso, y todo parecía perdido. Pero entonces, Muniain salió al campo y cambió el rumbo del partido. Marcó un gol, asistió a otro y lideró la remontada que nos dio el título.
Ese día, Muniain demostró que todo es posible. Que incluso cuando las cosas están más negras, siempre hay esperanza. Y que el Athletic, con su corazón 'zuloaga', nunca se rinde.
Muniain es un ejemplo para todos los jóvenes que sueñan con jugar en el Athletic. Les enseña que con trabajo y sacrificio, todo es posible. Y que el escudo del Athletic es más que un símbolo: es una forma de vida.
Gracias, Iker, por todo lo que nos has dado. Por tus goles, tus asistencias y tu corazón 'zuloaga'. Eres un verdadero ídolo, y el Athletic no sería lo mismo sin ti.
Aupa Athletic!