Crecí en una familia de carpinteros. Mi abuelo era un maestro carpintero, y pasé innumerables horas observándolo trabajar en su taller. Era un artista en su oficio, capaz de transformar trozos ordinarios de madera en obras de arte extraordinarias.
Hoy, yo también soy carpintero. No soy tan hábil como mi abuelo, pero me enorgullezco de mi trabajo. Sé que cada pieza que creo es un reflejo de mi pasión y mi dedicación.
La carpintería es más que un oficio; es un arte. Es la capacidad de dar forma a la madera, de crear algo hermoso y duradero. Es un oficio que requiere habilidad, paciencia y un amor profundo por el material.
En el Día del Carpintero, celebramos la artesanía, el orgullo y la dedicación de quienes trabajan con madera. Reconocemos la importancia de su oficio y honramos las habilidades que han transmitido de generación en generación.
Que su trabajo siga inspirándonos y embelleciendo nuestras vidas durante muchos años más.