El 18 de mayo de 1812, la Asamblea General Constituyente creó la escarapela argentina, un símbolo patrio que nos representa desde entonces. Pero antes de llegar a ser el icono que es hoy, pasó por un curioso viaje que merece la pena contar.
Todo comenzó en la casa de Doña Concepción Zavaleta de Gutiérrez, una patriota que vivía en Buenos Aires. Cuando se enteró de la creación de la escarapela, decidió hacer una para su marido, el coronel Juan José Gutiérrez, que estaba luchando en la guerra de la Independencia.
Doña Concepción cosió con sus propias manos una cinta celeste y blanca, los colores de la bandera argentina. Pero al no tener un aro de metal, decidió utilizar una vieja moneda de plata que tenía guardada. La moneda era tan grande que tuvo que doblarla varias veces para que cupiera en la cinta.
El coronel Gutiérrez recibió la escarapela con alegría y la llevó con orgullo en su uniforme durante el resto de la guerra. Cuando terminó la contienda, guardó la escarapela en una caja de zapatos y la llevó consigo a su casa en Tucumán.
Años después, cuando el coronel Gutiérrez falleció, su viuda decidió donar la escarapela al Museo Histórico Nacional. Allí quedó expuesta en una vitrina, donde se convirtió en un objeto de admiración y respeto.
Sin embargo, a mediados del siglo XX, la escarapela desapareció misteriosamente del museo. Se cree que alguien la robó o la extravió, y su paradero sigue siendo desconocido hasta hoy.
A pesar de su desaparición, la escarapela argentina sigue siendo un símbolo de orgullo y patriotismo. Cada 18 de mayo, los argentinos llevamos con orgullo este pequeño símbolo de nuestra historia y nuestra identidad.
La próxima vez que veas una escarapela, recuerda la increíble historia que hay detrás de ella. Es una historia de amor, valentía y, sobre todo, de identidad nacional.
Y si tienes la suerte de encontrar la escarapela perdida del coronel Gutiérrez, ¡no dudes en devolverla al Museo Histórico Nacional! Estaría encantados de recuperarla.
¡Feliz Día de la Escarapela Argentina!