Nacido en una familia mapuche pobre, Llaitul creció presenciando la discriminación y el despojo que sufrían su gente. Su dolor y frustración lo llevaron a unirse a la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), un grupo que lucha por los derechos de los mapuches.
La historia del pueblo mapuche es una de resistencia y lucha. Hace siglos, su tierra fue arrebatada por los conquistadores españoles. Desde entonces, han sufrido una constante usurpación de sus tierras y una negación de sus derechos.Llaitul sostiene que el Estado chileno ha estado detrás de la violencia en la región de La Araucanía. Señala las operaciones militares, las detenciones arbitrarias y la criminalización del movimiento mapuche. "El terrorismo de Estado es la raíz de este conflicto", afirma.
Pero, ¿es realmente Llaitul un terrorista? Algunos lo ven como un líder radical que no duda en utilizar la violencia para lograr sus objetivos. Otros lo consideran un mártir, un hombre dispuesto a morir por defender los derechos de su pueblo.El juicio de Llaitul se ha convertido en un símbolo de la polarización política en Chile. Su condena, si es culpable, sería una victoria para el Estado y una derrota para el movimiento mapuche. Pero su absolución sería una señal de esperanza para aquellos que luchan por la justicia.
Mientras el juicio continúa, el pueblo mapuche sigue exigiendo sus derechos. Quieren que se reconozca su tierra ancestral, que se respeten sus tradiciones y que se ponga fin a la violencia.El caso de Hector Llaitul es un recordatorio de las persistentes desigualdades y tensiones en Chile. Es un llamado a la reflexión, a la búsqueda de la justicia y a la reconciliación.
Su lucha es la lucha de un pueblo, un pueblo que ha sido despojado y oprimido durante demasiado tiempo. Es una lucha por la justicia, una lucha por la tierra, una lucha por la dignidad.
Mientras el juicio continúa, no debemos olvidar los rostros de los mapuches que han sufrido. No debemos olvidar la tierra que les fue robada. Y no debemos olvidar la lucha por la justicia que aún continúa.
¡Juntos, podemos hacer una diferencia!