Era un día soleado y caluroso en la costa del Mediterráneo. El maestro, un hombre joven y entusiasta, observaba a sus alumnos jugar en la arena. Había prometido llevarlos al mar, pero el viento era demasiado fuerte y las olas demasiado altas.
Los niños estaban decepcionados y se quejaban ruidosamente. El maestro los calmó con una sonrisa y dijo: "No os preocupéis, niños. El mar siempre estará ahí. Lo que importa es que aprendáis a esperar y a disfrutar del momento presente."
Los niños se miraron unos a otros con incertidumbre. No entendían muy bien lo que el maestro quería decir, pero confiaron en él.
Pasaron las horas y el viento empezó a amainar. El maestro llevó a los niños a la playa y les dijo: "Ahora, podéis disfrutar del mar. Pero recordad, el mar es un lugar peligroso. Siempre hay que ser cuidadoso y respetar la naturaleza."
Los niños corrieron hacia el agua y chapotearon alegremente. Se lo pasaron en grande nadando, construyendo castillos de arena y jugando con las olas.
Al final del día, el maestro les reunió y les dijo: "Espero que hayáis disfrutado del mar. Pero recordad, la vida es como el mar. A veces está tranquila y en calma, y a veces está agitada y peligrosa. Lo que importa es que aprendáis a navegar por las olas y a disfrutar de cada momento del viaje."
Los niños asintieron con la cabeza y le dieron las gracias al maestro por la lección.