El sarampión, una enfermedad altamente contagiosa que alguna vez fue común, ha hecho un desagradable regreso en los últimos años. Lo que alguna vez se consideró un susto de la infancia se ha convertido en un problema de salud pública mundial, y por buenas razones.
Recuerdo vívidamente mi encuentro con el sarampión cuando era niño. Fue una experiencia dolorosa y aterradora, marcada por fiebre alta, erupciones cutáneas y una tos implacable. Afortunadamente, me recuperé por completo, pero muchas personas no tienen tanta suerte.
El sarampión, un virus muy contagioso, se transmite a través del contacto con gotas infecciosas en el aire. Es tan contagioso que incluso una breve exposición puede provocar una infección. Los síntomas suelen aparecer entre 10 y 12 días después de la exposición y pueden incluir:Aunque el sarampión suele considerarse una enfermedad infantil, puede ser igualmente grave en adultos. Las complicaciones incluyen neumonía, encefalitis (inflamación del cerebro) y, en casos raros, incluso la muerte. Es especialmente peligroso para personas con sistemas inmunitarios debilitados, como niños pequeños y adultos mayores.
La buena noticia es que el sarampión es prevenible mediante la vacunación. La vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubeola (MMR) es segura y eficaz y ha sido fundamental para reducir la incidencia del sarampión en todo el mundo. Sin embargo, en los últimos años, la cobertura de vacunación ha disminuido debido a la desinformación y las preocupaciones infundadas sobre la seguridad de las vacunas.
¡El resultado ha sido un aumento alarmante en los casos de sarampión!
Es esencial que todos sepamos los hechos sobre el sarampión y la importancia de la vacunación. No podemos permitirnos ser complacientes con esta enfermedad potencialmente mortal. Protejamos a nuestros hijos, a nosotros mismos y a nuestras comunidades asegurando que todos estemos vacunados.
¡No esperes hasta que sea demasiado tarde!