Para aquellos que no tienen el placer de conocerlo, el tren Roca es un medio de transporte que une la ciudad de Buenos Aires con sus suburbios del sur. Es un tren legendario, famoso por sus constantes demoras, sus vagones abarrotados y su peculiar fauna de pasajeros.
Yo he tenido la desgracia de viajar en el Roca en innumerables ocasiones. Y cada viaje ha sido una aventura única, una montaña rusa de emociones que ha puesto a prueba mi paciencia, mi cordura y mi salud mental.
Las demoras son el pan de cada día en el Roca. Una vez, esperé en el andén durante dos horas, viendo cómo pasaba tren tras tren, sin que el mío apareciera. Cuando finalmente llegó, estaba tan lleno que tuve que viajar de pie, apretado como una sardina en lata.
Pero las demoras no son nada comparadas con la fauna del Roca. En este tren se puede encontrar todo tipo de personajes extravagantes: desde vendedores ambulantes que gritan sus productos a todo pulmón hasta músicos callejeros que desafinan horriblemente. También hay gente que habla sola, que canta a voz en grito o que simplemente se queda dormida en cualquier lugar.
Estas son solo algunas de las anécdotas que he vivido en el Roca. Cada viaje es una nueva oportunidad para experimentar la locura y el absurdo del transporte público argentino. Pero a pesar de todo, el Roca tiene un encanto especial. Hay algo entrañable en su caos, en su imprevisibilidad. Es un lugar donde todo puede pasar, donde lo normal se vuelve extraordinario.
Si tienes la oportunidad de viajar en el Roca, no la desaproveches. Es una experiencia que te cambiará la vida. Te hará reír, llorar, enfadar y desesperar. Pero sobre todo, te hará apreciar las pequeñas cosas de la vida, como llegar a tu destino a tiempo.
¡Que disfrutes el viaje!