Cada vez que veo a Finito de Córdoba, me emociono. No puedo evitarlo. Es un torero diferente, un artista que me hace sentir cosas que no siento con ningún otro. Su toreo es puro, es auténtico, es flamenco. Es el toreo de mi tierra, el toreo que me llega al alma.
Lo vi torear por primera vez cuando era un niño. Fue en la plaza de mi pueblo, en una corrida de toros de Victorino Martín. Finito estaba anunciado junto a José María Manzanares y Enrique Ponce. Yo era muy pequeño, pero recuerdo perfectamente cómo me quedé impresionado con su toreo. Era un torero diferente, un torero que toreaba con el corazón.
Desde entonces, he seguido su carrera muy de cerca. Lo he visto torear en muchas plazas, he visto sus triunfos y sus fracasos. Y siempre me he emocionado con su toreo. Porque Finito de Córdoba es un torero único, un torero que me hace sentir cosas que no siento con ningún otro.
Su toreo es puro, es auténtico, es flamenco. Es el toreo de mi tierra, el toreo que me llega al alma. Es un toreo que se basa en el sentimiento, en la verdad. Un toreo que no busca el aplauso fácil, sino que busca emocionar al público.
Finito de Córdoba es un torero que se entrega en cada corrida. Que se juega la vida cada tarde. Que torea con el corazón. Y eso es lo que lo hace tan especial. Eso es lo que lo convierte en un torero único, en un torero que me emociona cada vez que lo veo.
Gracias, Finito, por tu toreo. Gracias por hacerme sentir cosas que no siento con ningún otro torero. Gracias por ser un ejemplo de arte y de verdad.
Y a vosotros, ¿os emociona el toreo de Finito de Córdoba?