En el corazón de la soleada Andalucía, donde el flamenco y el toreo se entrelazan como hilos de seda, surgió un torero de leyenda: Finito de Córdoba. Su nombre real, Juan Serrano Pineda, quedó eclipsado por el apodo que le dieron en su juventud, cuando sus pasos gráciles y su toreo elegante recordaban a los de otro grande, Manuel Rodríguez Sánchez, "Manolete".
Desde niño, Finito estuvo destinado a los ruedos. Su abuelo materno, el torero "El Chato de Jerez", le transmitió la pasión por el toreo, y a los siete años ya se enfundaba en un traje de luces. A los 18, debutó como novillero en su Córdoba natal, y su meteórica carrera lo llevó en pocos años a las plazas de toros más importantes de España.
Finito de Córdoba no era un torero al uso. Su toreo se caracterizaba por una pureza técnica y un estilo personal que cautivaba al público. Era un artista del ruedo, capaz de torear con una templanza y una exquisitez únicas. Sus pases de pecho y sus naturales eran auténticas obras de arte, y su desplante, un sello de distinción.
Pero el destino tenía otros planes para Finito.En la flor de su carrera, una grave cogida en Bilbao truncó sus sueños. La cornada afectó a su columna vertebral, y a partir de ese momento el torero de los sueños rotos tuvo que luchar contra una discapacidad que le impidió volver a torear al más alto nivel.
Hoy, Finito de Córdoba sigue siendo una leyenda viva del toreo. Su legado va más allá de sus hazañas en los ruedos, pues representa el tesón, la elegancia y el arte de un torero que supo sobreponerse a las adversidades.
Entre los jóvenes toreros que han tenido la suerte de aprender de Finito se encuentra Rafael Serna, quien reconoce que "su toreo era una inspiración. Nos enseñó a torear con el corazón y a nunca rendirnos".
Aunque las cornadas y el paso del tiempo hayan mermado su cuerpo, el espíritu de Finito de Córdoba sigue intacto. Sigue siendo el torero de los sueños rotos, pero también un ejemplo de resiliencia y amor al arte.
Finito de Córdoba, el maestro, el torero de leyenda, seguirá inspirando a generaciones futuras con su toreo puro y su espíritu indomable.