¿Alguna vez has escuchado una canción que te ha impactado tanto que te ha dejado sin palabras? O un riff que te ha hecho mover la cabeza como si no hubiera un mañana?
Para Roger Tullgren, de 42 años, la música heavy metal es más que una afición; es una adicción. Y esa adicción le ha valido una incapacidad permanente.
Según el tribunal de Hasslehölm, en Suecia, Tullgren sufre de una "discapacidad funcional grave" debido a su obsesión por el heavy metal. Esta discapacidad le impide trabajar y le da derecho a una pensión de 400 euros al mes.
El caso de Tullgren ha generado reacciones encontradas. Algunos lo elogian por su honestidad y por dar visibilidad a un problema que a menudo se pasa por alto. Otros creen que es un fraude y que el heavy metal no es una discapacidad real.
Independientemente de su postura sobre el caso de Tullgren, no se puede negar que la música heavy metal tiene un profundo impacto en las personas. Puede inspirar, motivar y unir. También puede ser una fuente de consuelo y alivio para quienes luchan contra los desafíos de la vida.
Entonces, ¿es el heavy metal una discapacidad? Eso depende de a quién le preguntes. Pero para Roger Tullgren, es algo que le ha cambiado la vida. Le ha dado un sentido de identidad y propósito, y le ha ayudado a superar algunos momentos muy difíciles.
Así que, si bien el heavy metal puede no ser para todos, es importante recordar que es una parte importante de la vida de muchas personas. Y para aquellos que lo aman, es más que solo música. Es una forma de vida.