Jesé Rodríguez: el futbolista de cristal que nunca pudo brillar




Jesé Rodríguez, el niño prodigio del Real Madrid, siempre ha sido una víctima de sí mismo. Pero su historia es digna de ser contada, no por sus éxitos, sino por sus fracasos.

Nació en Las Palmas de Gran Canaria, una ciudad con una gran tradición futbolística. Desde pequeño, Jesé destacó por su habilidad con el balón. Era rápido, hábil y tenía un gran olfato de gol. No tardó en llamar la atención de los ojeadores del Real Madrid, que le ficharon cuando sólo tenía 14 años.

En las categorías inferiores del Real Madrid, Jesé destacó desde el primer momento. Era el líder de todos los equipos por los que pasaba. Marcaba goles, daba asistencias y hacía disfrutar al público con su juego.

En la temporada 2011/12, con 19 años, Jesé debutó con el primer equipo del Real Madrid. Lo hizo en un partido de Copa del Rey contra el Ponferradina. Jesé marcó un gol y dio una asistencia. Fue un debut soñado.

Pero el sueño de Jesé se hizo añicos poco después. En un partido de Liga contra el Getafe, sufrió una grave lesión de rodilla. Era la primera de una larga lista de lesiones que le acompañarían durante toda su carrera.

A partir de ese momento, la carrera de Jesé fue un calvario. Se lesionaba una y otra vez. Cada vez que volvía a jugar, volvía a lesionarse. Era un futbolista de cristal, un jugador que nunca pudo brillar como se esperaba.

El Real Madrid, cansado de sus lesiones, le traspasó al Paris Saint-Germain en 2016. Pero en el club francés tampoco tuvo suerte. Las lesiones siguieron persiguiéndole. En 2018, volvió a España para jugar en el Real Betis. Pero allí tampoco encontró la estabilidad que buscaba.

En la actualidad, Jesé Rodríguez juega en el Ankaragücü, un equipo de la liga turca. A sus 29 años, todavía no ha podido demostrar todo su potencial. Las lesiones le han impedido brillar como se esperaba. Pero Jesé es un luchador. A pesar de todos los contratiempos, nunca se ha rendido. Es un ejemplo de superación y perseverancia.