Como hincha acérrimo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, no puedo evitar sentir un hormigueo especial cada vez que se acerca el clásico con O'Higgins. Este encuentro, que se ha convertido en una de las rivalidades más apasionantes del fútbol chileno, evoca una mezcla de emociones que van desde la euforia hasta la desilusión.
El origen de esta rivalidad se remonta a la década de 1970, cuando ambas instituciones luchaban por la supremacía en la Segunda División. Con el paso del tiempo, el fuego de la competencia se avivó aún más, dando lugar a encuentros épicos que quedaron grabados en la memoria de los aficionados.
Uno de los momentos más emblemáticos de esta rivalidad tuvo lugar en la final de la Copa Chile 2014. Ante un repleto Estadio Nacional, la Católica se impuso por penales sobre O'Higgins, logrando su primer título en esta competición. El éxtasis de los cruzados contrastaba con la tristeza de los celestes, quienes vieron cómo el trofeo se les escapaba de las manos.
Pero la rivalidad no solo se limita al terreno de juego. También se extiende a las gradas, donde los hinchas de ambos equipos se entregan con fervor y pasión. Los cánticos, los mosaicos y las bengalas son parte inseparable de este gran espectáculo deportivo.
Sin embargo, no todo es competencia y pique. También hay un cierto respeto y admiración mutua entre los hinchas de la Católica y O'Higgins. Ambos equipos representan los valores del fútbol chileno: la entrega, el sacrificio y el juego limpio.
El próximo clásico está a la vuelta de la esquina, y la expectación es máxima. Como hincha de la Católica, espero con ansias este partido. Sé que será un encuentro disputadísimo, lleno de emoción y adrenalina. ¡Vamos, Católica!