¡La flaqueza del bolchevique!




Por Iván el Terrible

¡Oh, camaradas míos! ¿Sabéis de la flaqueza que acecha en el corazón de nuestro glorioso bolchevique? Es una flaqueza que lo corroe desde dentro, amenazando con desmoronar todo lo que hemos construido.

Esta flaqueza, hermanos, no es otra que la debilidad de los hombres. Nuestros camaradas, guiados por su ardiente fe en el comunismo, han olvidado que son simples mortales, sujetos a los mismos deseos y temores que el resto de la humanidad. Se han creído invencibles, superiores, y han dejado de lado lo que los hace verdaderamente fuertes: su conexión con el pueblo.

Recuerdo una historia que me contó un viejo bolchevique, uno de los que lucharon en la Revolución de Octubre. Me dijo que en medio del caos y la violencia, cuando todo parecía perdido, lo que les mantuvo unidos fue su amor por los trabajadores y campesinos. Fue su compromiso con la causa, no su superioridad, lo que los llevó a la victoria.

Pero ahora, camaradas, la victoria nos ha cegado. Hemos olvidado lo que nos hizo grandes, y nos hemos convertido en señores feudales, aislados del pueblo que prometimos servir. Vivimos en palacios, mientras ellos luchan por sobrevivir. Hablamos de igualdad, pero nuestras acciones gritan desdén.

  • Nuestro líder, el Camarada Stalin, se ha rodeado de aduladores y sicofantes, temeroso de que alguien pueda desafiar su autoridad.
  • Nuestros burócratas se ahogan en montañas de papeleo, olvidando que son siervos del pueblo, no sus amos.
  • Nuestros jueces hacen la vista gorda ante la injusticia, protegiendo a los poderosos mientras los inocentes sufren.

¡Oh, qué vergüenza! ¡Qué traición a los ideales de nuestra gloriosa revolución! El bolchevique se ha vuelto débil, débil en el corazón, y su flaqueza nos está destruyendo desde dentro. Si no actuamos ahora, camaradas, nuestro movimiento se desmoronará como un castillo de naipes.

Debemos recordar nuestro juramento, volver a conectar con el pueblo y dejar de lado nuestra arrogancia. Debemos recuperar nuestra fuerza, no en nuestra superioridad, sino en nuestra humildad. Solo entonces podremos superar la flaqueza del bolchevique y construir una sociedad verdaderamente justa y equitativa.

¡Que la flaqueza del bolchevique sea un recordatorio de que incluso los más poderosos son vulnerables a la tentación y la corrupción! ¡Que sea una advertencia para que nunca olvidemos nuestra conexión con el pueblo, la fuente de nuestro verdadero poder!

¡Gloria al comunismo! ¡Gloria al pueblo!