La madrugada
¿Has sentido alguna vez ese vacío en el estómago que te despierta en medio de la noche? ¿O ese peso en el pecho que te impide volver a dormir? Si es así, entonces conoces la madrugada.
Es un momento extraño, entre el sueño y la vigilia, en el que todo parece posible y nada a la vez. Es un momento en el que nuestras defensas están bajas y nuestros demonios están más cerca. Es un momento en el que nos sentimos más solos y más conectados con el mundo al mismo tiempo.
Yo era una niña cuando conocí la madrugada por primera vez. Me desperté en medio de la noche con una sensación de pánico que no podía explicar. Me levanté de la cama y fui a la ventana, mirando hacia la calle vacía. El mundo estaba en silencio, excepto por el suave zumbido de las farolas.
Me quedé allí un rato, observando la oscuridad, sintiéndome perdida y sola. Pero entonces, poco a poco, comencé a notar cosas que nunca había visto antes. Las estrellas brillaban con un brillo inusual, y la luna proyectaba una luz plateada sobre el mundo.
De repente, sentí una sensación de paz. No estaba sola, después de todo. Estaba conectada con algo más grande que yo, algo que me cuidaba y me protegía.
Desde entonces, he pasado muchas madrugadas despierta. A veces son difíciles, llenas de ansiedad y miedo. Pero otras veces son mágicas, llenas de posibilidades y promesas.
He aprendido que la madrugada es un momento para reflexionar, para soñar y para crecer. Es un momento para dejar ir lo viejo y dar la bienvenida a lo nuevo. Es un momento para mirar hacia dentro y mirar hacia fuera, para conectar con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.
Así que la próxima vez que te despiertes en medio de la noche, no te asustes. Abraza la madrugada. Permite que te llene de su magia y su misterio. Porque es en la madrugada donde encontrarás las cosas más bellas de la vida.