Soy Ernesto Gómez, un mexicano común y corriente que siempre soñó con explorar el mundo. Nunca fui el mejor estudiante ni el más atlético, pero siempre tuve una gran imaginación y un espíritu aventurero.
Mi viaje comenzó cuando tenía 20 años. Decidí dejar mi trabajo, vender mis cosas y comprar un boleto de avión a Tailandia. No sabía a dónde iba ni qué me esperaba, pero estaba emocionado de embarcarme en esta aventura.
Llegué a Bangkok y quedé abrumado por la cacofonía de sonidos, olores y sabores. Pero también me sentí extrañamente como en casa. La gente era amable y acogedora, y la cultura era vibrante y llena de vida.
Pasé los siguientes meses viajando por el sudeste asiático. Exploré templos antiguos, escalé montañas y aprendí a bucear. Conocí a personas de todo el mundo y cada encuentro enriqueció mi experiencia.
Después del sudeste asiático, viajé a Europa. Visité las ruinas de Roma, subí a la Torre Eiffel y me maravillé con la belleza de los Alpes Suizos. Europa era diferente al sudeste asiático, pero igual de fascinante.
Después de Europa, fui a África. Hice un safari en Tanzania, donde vi leones, elefantes y jirafas en la naturaleza. Subí al Kilimanjaro, la montaña más alta de África, y experimenté la belleza de la naturaleza salvaje.
Mi viaje continuó durante varios años más. Visité Australia, Nueva Zelanda, Sudamérica y Norteamérica. Cada lugar que visité me enseñó algo nuevo sobre el mundo y sobre mí mismo.
Lo que comenzó como un simple sueño se convirtió en un viaje extraordinario. No solo vi el mundo, sino que también me descubrí a mí mismo. Aprendí que soy más fuerte y valiente de lo que jamás imaginé. Aprendí que el mundo está lleno de belleza y bondad. Y aprendí que nunca es demasiado tarde para seguir tus sueños.
Si tienes un sueño, no lo postergues. Lánzate y hazlo realidad. No te arrepentirás.