Los otros




Imagínense una fiesta en la que no eres bienvenido, donde la alegría y la camaradería te esquivan como una sombra escurridiza. Eres testigo de la risa y el jolgorio, pero a ti te envuelve un extraño sentimiento de exclusión.
Así es como se sienten los "otros", aquellos que, por cualquier razón, se encuentran al margen de la sociedad. Pueden ser inmigrantes, refugiados, personas con discapacidad, miembros de minorías sexuales o de género, o incluso aquellos que simplemente no encajan en los moldes sociales aceptados.
Son los que viven en las sombras, invisibles para la mayoría de nosotros. Su sufrimiento es silencioso, sus voces ahogadas por el bullicio de la vida cotidiana. Pero su historia es nuestra historia, un reflejo de las divisiones y prejuicios que dividen a nuestra sociedad.
Piensen en la historia de Ahmed, un joven refugiado sirio que tuvo que huir de su tierra natal devastada por la guerra. Llegó a nuestra ciudad con la esperanza de encontrar un nuevo hogar, pero se encontró con muros de indiferencia y discriminación. Lo llamaban "extranjero", "terrorista", y le hacían sentir que no era bienvenido.
O recuerden a María, una mujer con síndrome de Down, que siempre ha luchado contra el estigma y la incomprensión. A menudo la han apartado de las actividades sociales o la han tratado con condescendencia, como si fuera una ciudadana de segunda clase.
Estos son solo dos ejemplos de las innumerables historias de "los otros". Son historias de dolor, soledad y lucha. Pero también son historias de resiliencia, esperanza y el anhelo de ser aceptados.
Es fácil mirar hacia otro lado, fingir que el sufrimiento de "los otros" no es nuestro problema. Pero eso sería un grave error. Porque al excluir a los marginados, nos excluimos a nosotros mismos de una sociedad verdaderamente inclusiva y justa.
Al dar la bienvenida a "los otros", no solo enriquecernos nuestras vidas, sino también fortalecemos nuestra comunidad. Porque en la diversidad está la fuerza, en la inclusión la esperanza y en la compasión la verdadera humanidad.
Así que abramos nuestros corazones y nuestras mentes a "los otros". Extendamos una mano de amistad, escuchemos sus historias y hagámosles saber que no están solos. Porque todos merecemos pertenecer, independientemente de quiénes seamos o de dónde vengamos.