En el mundo de las voces que han marcado la historia de la radiodifusión mexicana, hay un nombre que resuena con la calidez y la profesionalidad que caracterizaron a la "época dorada" de este medio: Luis Labraña.
Nacido en la Ciudad de México en 1912, Labraña desde pequeño se sintió atraído por el mundo de la comunicación. Sus inicios en la radio fueron un tanto fortuitos, como locutor suplente en la XEB, pero su talento nato y su pasión por la palabra lo llevaron rápidamente a convertirse en una de las voces más solicitadas de la radiodifusión mexicana.
El legado de Luis Labraña trasciende su tiempo. Su voz sigue siendo una referencia para los locutores y comunicadores de hoy, un ejemplo de profesionalismo, elegancia y entrega a la radiodifusión.
Su huella en la cultura popular mexicana es innegable. Su voz se escuchaba en los hogares, en los cines, en los teatros y en todos los rincones donde la radio llegaba. Era la voz de la información, del entretenimiento y, sobre todo, de la compañía.
Luis Labraña falleció en 1993, pero su voz sigue resonando en los oídos de quienes amamos la radio. Es un ícono de la locución mexicana, un maestro del micrófono y una leyenda que nunca será olvidada.