Nació en un pequeño pueblo de Oaxaca, donde desde niña mostró una pasión innata por el arte. Su madre, una humilde costurera, le regaló su primera caja de acuarelas, y desde entonces, el mundo de María se transformó.
Años después, se mudó a la Ciudad de México para estudiar pintura en la Academia de San Carlos. Allí, descubrió su verdadero estilo y comenzó a desarrollar su técnica única, que se caracteriza por la vibrante paleta de colores y las pinceladas rápidas y expresivas.
La obra de María Verdoy ha sido expuesta en galerías y museos de todo el mundo, cautivando a críticos y público por igual. Sus pinturas han sido elogiadas por su originalidad, su belleza y su capacidad de evocar emociones profundas.
Además de su talento artístico, María es también una persona profundamente compasiva y generosa. Dedica gran parte de su tiempo a trabajar con niños desfavorecidos, enseñándoles el poder del arte para transformar vidas.
María Verdoy es más que una artista; es un faro de inspiración que nos recuerda el poder transformador del arte y la importancia de abrazar nuestros sentimientos y compartirlos con el mundo.
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