¿Marcelinho Huertas, el mejor base de la historia de Brasil?




Por un aficionado al baloncesto brasileño
Cuando pienso en Marcelinho Huertas, me viene a la mente la imagen de un jugador hábil, elegante y con una visión de juego excepcional. Para mí, es el mejor base de baloncesto que ha dado Brasil.
A diferencia de otros grandes nombres del baloncesto brasileño como Oscar Schmidt o Nenê, Huertas no es un anotador prolífico. Su fuerza reside en su capacidad para crear oportunidades para sus compañeros de equipo, manejando el ritmo del juego y anticipándose a las jugadas del rival.
Recuerdo un partido de la selección brasileña contra Argentina en el Torneo Preolímpico de 2019. Huertas estaba en su mejor momento, dirigiendo el ataque brasileño con maestría. Asistía a sus compañeros con pases precisos y penetraba la defensa argentina con facilidad. Fue una exhibición de talento y liderazgo que nos hizo soñar con una medalla olímpica, aunque finalmente no pudimos conseguirla.
Pero más allá de sus logros deportivos, lo que más me impresiona de Huertas es su humildad y su carácter deportivo. Siempre pone el equipo por delante de sus intereses individuales y nunca se ha visto envuelto en polémicas o escándalos.
Además de su éxito en la selección brasileña, Huertas ha triunfado en varios clubes europeos y en la NBA. En España, ganó dos Copas del Rey y una Supercopa con el Baskonia. En Turquía, conquistó el campeonato con el Fenerbahçe y fue elegido MVP de la liga.
Su paso por la NBA fue más discreto, pero dejó su huella con los Lakers de Los Ángeles, donde jugó una temporada junto a Kobe Bryant. Aunque no se convirtió en una estrella en la liga estadounidense, Huertas demostró que podía competir al más alto nivel.
En la actualidad, Huertas juega en Brasil, donde sigue siendo un referente del baloncesto nacional. Es un ejemplo para los jóvenes jugadores y un orgullo para todos los aficionados brasileños.
Para mí, Marcelinho Huertas es el mejor base de baloncesto brasileño de la historia. Su habilidad, su visión de juego y su carácter ejemplar lo convierten en un jugador único e inolvidable.