¡Amigos y amigas! Hoy es un día especial, un día para recordar a quienes lucharon valientemente por la verdad y la justicia. Estoy hablando de la Marcha del 23 de abril, un evento que cambió el rumbo de nuestra historia.
Yo tenía apenas unos años cuando ocurrió aquella fatídica noche. Pero las historias de mis abuelos y el dolor reflejado en sus ojos me dejaron una huella imborrable. La Marcha del 23 de abril no fue solo una protesta; fue un grito de desesperación, una súplica de justicia en medio de la oscuridad.
¿Por qué marchaban? Por la verdad. Por un país donde la corrupción, el abuso de poder y la impunidad no tuvieran cabida. Por un futuro mejor para todos, sin importar su origen o clase social.
Pero el camino hacia la justicia estuvo plagado de obstáculos. Las fuerzas oscuras que controlaban el país no podían tolerar la disidencia. La represión fue brutal, dejando un saldo de muertos y heridos que nunca olvidaremos.
Sin embargo, el espíritu del 23 de abril no se apagó. Siguió inspirando a generaciones posteriores a luchar por sus derechos. Hoy, recordamos a los héroes de esa noche, a quienes dieron su vida por un sueño.
Pero la lucha no ha terminado. La corrupción y la impunidad siguen siendo males que afectan a nuestra sociedad. Debemos seguir honrando la memoria de los mártires del 23 de abril continuando su lucha por un país más justo y equitativo.
No olvidemos nunca las palabras de aquel líder inspirador: "El pueblo unido jamás será vencido".
Que el 23 de abril sea un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, la voz del pueblo puede prevalecer sobre la injusticia. Marchemos juntos, no solo hoy, sino todos los días, hasta que nuestros sueños de un futuro mejor se hagan realidad.
¡Viva la Marcha del 23 de abril!
¡Viva la verdad y la justicia!
¡Viva el pueblo unido!