Un hombre de familia, un político apasionado, un hombre con un gran sentido del humor y una risa contagiosa. Así es Martin Lousteau, el economista que supo ganarse el cariño de los porteños y que hoy es uno de los políticos más importantes de la Argentina.
Nacido en Buenos Aires en 1962, Lousteau proviene de una familia de clase media. Su padre era médico y su madre, maestra. Desde muy chico mostró interés por la política, pero su verdadera vocación nació cuando comenzó a estudiar economía en la Universidad de Buenos Aires.
"Siempre me gustó la economía, me parecía una ciencia fascinante que podía explicar muchos de los problemas del mundo", cuenta Lousteau. "Me gustaba entender cómo funcionaba el sistema financiero, cómo se distribuía la riqueza y cómo se podía mejorar la vida de las personas".
Después de graduarse como economista, Lousteau trabajó en el sector privado y en el gobierno. En 2003, fue elegido diputado por la ciudad de Buenos Aires y desde entonces no ha parado de crecer en la política.
"La política es mi pasión, es una forma de cambiar el mundo", dice Lousteau. "Me gusta estar cerca de la gente, escuchar sus problemas y tratar de encontrar soluciones".
Lousteau es un hombre de convicciones, pero también es un pragmático. Sabe que no siempre es posible hacer todo lo que uno quiere, pero nunca deja de luchar por sus ideales.
"Creo que la Argentina tiene un gran potencial, pero para aprovecharlo necesitamos trabajar juntos, más allá de las diferencias políticas", dice Lousteau. "Tenemos que ser capaces de dialogar, de encontrar puntos en común y de poner el interés del país por encima de los intereses partidarios".
Lousteau es un hombre optimista, que cree que el futuro de la Argentina es brillante. Pero también es realista, y sabe que el camino no será fácil.
"Tenemos muchos desafíos por delante, pero estoy convencido de que podemos superarlos", dice Lousteau. "Tenemos que trabajar duro, ser solidarios y no perder nunca la esperanza".