Ciao a tutti! Hoy, les traigo una aventura culinaria que me dejó con hambre de más.
El fin de semana pasado, hice un viaje en tren de Milán a Parma, conocida por su deliciosa gastronomía. Al llegar a la estación de tren de Parma, el aroma a queso parmesano inundó el aire, despertando mi apetito.
Mi primera parada fue el Mercato Centrale di Parma, un mercado interior lleno de puestos que venden delicias locales. Me deleité con una muestra de prosciutto, salami y varios quesos, todos ellos tan frescos y sabrosos que me hicieron salivar.
Después del mercado, me dirigí a la Osteria Bottega, un acogedor restaurante donde probé el plato estrella de Parma: los tortellini in brodo. Estos pequeños bolsillos de pasta rellenos de carne y queso se servían en un rico caldo, una delicia que me derritió el corazón.
Al día siguiente, visité el Museo del Prosciutto, donde aprendí todo sobre el proceso de elaboración de este famoso jamón curado. Vi cómo se salaba, se curaba y se envejecía el jamón, un proceso que tarda meses en completarse.
Para mi última comida en Parma, reservé mesa en La Trattoria del Gallo, un restaurante con una estrella Michelin. Allí, me deleité con un menú de degustación de platos inspirados en la cocina tradicional de Parma. Cada plato era una obra maestra, una sinfonía de sabores que me dejó sin palabras.
Mi viaje a Parma fue una experiencia gastronómica inolvidable. No sólo probé algunos de los mejores platos de Italia, sino que también aprendí sobre la historia y la tradición culinaria de la región. Si eres un amante de la comida, te animo encarecidamente a que añadas Parma a tu lista de destinos para comer.
¡Buon appetito!