El triste suceso que enlutó a México el 23 de marzo de 1994 nos marcó para siempre. Luis Armando Colosio Murrieta, el candidato presidencial del PRI, cayó bajo las balas aquel fatídico día.
Yo, como tantos mexicanos, viví ese momento con estupor y consternación. Recuerdo como si fuera ayer las imágenes del político yucateco cayendo al suelo en un mitin en Tijuana.
Colosio era un hombre carismático, inteligente y con grandes ideales. Tenía el don de conectar con la gente, especialmente con los más necesitados. Su candidatura despertó la esperanza en muchos mexicanos que ansiaban un cambio.
Pero el destino tenía otros planes. El asesinato de Colosio fue un golpe bajo para la democracia mexicana. Nos arrebataron a un hombre que podría haber hecho historia. Las circunstancias de su muerte siguen siendo un misterio hasta el día de hoy.
El legado de Luis Armando Colosio sigue vivo. Su memoria nos recuerda la importancia de la lucha por la justicia, la democracia y la verdad.
Que su recuerdo nos inspire a seguir luchando por un México mejor.