Muerte de José Luis Abad: un adiós a un maestro
Un adiós a un maestro. A un maestro de los que ya no quedan. A un maestro de los que te marcan para siempre. A un maestro de los que te hacen amar el aprendizaje. A un maestro de los que te hacen creer en ti mismo.
José Luis Abad falleció el pasado 20 de julio, a los 82 años. Fue catedrático de Filosofía y Letras en la Universidad de Granada y director del Instituto de Investigación sobre Andalucía y América. Era un humanista en el más amplio sentido de la palabra: un hombre de letras, un amante de la cultura y un defensor de los valores democráticos.
Tuve la suerte de conocer a José Luis Abad en mi época de estudiante. Fue mi profesor de Historia de la Filosofía y su clase fue una de las que más me marcaron durante mi carrera. Abad era un profesor apasionado, que transmitía su amor por la filosofía a sus alumnos. Era un maestro de la oratoria, que sabía captar la atención de su audiencia con sus palabras. Era un hombre culto, que sabía mucho de muchas cosas y que siempre estaba dispuesto a compartir sus conocimientos con los demás.
Abad fue también un hombre comprometido con su tiempo. Participó activamente en la lucha contra la dictadura franquista y fue uno de los fundadores del Partido Socialista Obrero Español en Andalucía. Tras la llegada de la democracia, ocupó diversos cargos públicos, como diputado en el Congreso de los Diputados y senador por Granada.
Pero, más allá de su trayectoria política, Abad fue siempre un hombre de diálogo y consenso. Creía en la importancia del entendimiento entre las personas y en el poder de la palabra para resolver los conflictos. Fue un defensor del diálogo entre culturas y un promotor de la paz y la convivencia.
La muerte de José Luis Abad es una gran pérdida para la cultura española y para la Universidad de Granada. Pero su legado seguirá vivo en sus alumnos y en todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerlo. Abad fue un maestro en el más amplio sentido de la palabra: un hombre sabio, culto y comprometido, que supo transmitir su amor por el conocimiento y su pasión por la vida a sus alumnos.
Descansa en paz, maestro.