Iker Muniain, el pequeño gran hombre del Athletic Club, es un jugador que ha dejado una huella imborrable en la historia del club bilbaíno. Su pasión, su entrega y su amor por los colores rojiblancos lo han convertido en un ídolo para la afición.
Nacido en Pamplona en 1992, Muniain llegó a las categorías inferiores del Athletic con tan solo 12 años. Desde el primer momento, destacó por su excepcional habilidad técnica, su visión de juego y su velocidad endiablada. A los 16 años debutó con el primer equipo y desde entonces no ha parado de crecer.
En sus más de 10 años en el Athletic, Muniain ha vivido momentos inolvidables. Ha ganado una Copa del Rey, una Supercopa de España y ha disputado una final de Europa League. Pero más allá de los títulos, lo que más valora el jugador es el cariño de la afición.
"Para mí, jugar en el Athletic es un privilegio. Es el club de mi vida y me siento muy orgulloso de representar a mi tierra", afirma Muniain.
El delantero rojiblanco es un ejemplo de fidelidad y compromiso. Nunca ha querido abandonar el Athletic, a pesar de las ofertas millonarias que ha recibido de otros clubes. Para él, el dinero no es lo más importante.
"Lo que me motiva es ganar títulos con el Athletic. Es mi sueño desde niño y espero poder cumplirlo algún día", señala Muniain.
Además de su calidad futbolística, Muniain también es conocido por su gran corazón. Siempre está dispuesto a ayudar a los demás y a colaborar con causas sociales.
"Creo que todos tenemos la obligación de ayudar a quienes más lo necesitan. Es una forma de devolver a la sociedad lo que nos ha dado", afirma el jugador.
Iker Muniain es un jugador único. Un futbolista que ha sabido conquistar el corazón de la afición del Athletic Club. Es un ejemplo de valores, de entrega y de amor por el fútbol. Un jugador que pasará a la historia del club como uno de los más grandes.