El Palacio de los Deportes de Granada presenciaría un encuentro memorable, un choque de titanes entre el UCAM Murcia y el Unicaja, en el marco de la Supercopa Endesa. El ambiente era electrizante, con cada afición volcada con su equipo.
Desde el salto inicial, ambos conjuntos exhibieron su calidad y determinación. El UCAM Murcia, liderado por las eléctricas penetraciones de James Webb III, se adelantó en el marcador, pero el Unicaja, con la precisión de Darío Brizuela desde el perímetro, no tardó en darle la vuelta al luminoso.
El partido se convirtió en un auténtico toma y daca, con intercambios constantes de canastas y defensas férreas. Cada posesión era un tesoro, y la tensión se podía palpar en el ambiente. Cuando parecía que el UCAM Murcia comenzaba a escaparse, la magia de Alberto Díaz desde la línea de tres puntos reavivaba las esperanzas del Unicaja.
En el tramo final, la tensión era insoportable. Cada canasta era celebrada como una victoria, y cada error era lamentado como una tragedia. Con el marcador empatado a 78 puntos a falta de un minuto, la suerte estaba echada.
En una jugada maestra, el Unicaja encontró a Adam Waczynski libre en la esquina, y el polaco no falló. El Palacio de los Deportes enmudeció, mientras el banquillo del Unicaja estallaba en júbilo.
Con solo 20 segundos restantes, el UCAM Murcia tuvo la oportunidad de empatar, pero la defensa del Unicaja, liderada por el incansable Yankuba Sima, fue impenetrable. El tiempo se agotó, y el Unicaja se proclamó campeón de la Supercopa Endesa.
Fue una victoria merecida para el Unicaja, que demostró su carácter, su calidad y su capacidad para superar los momentos difíciles. En cuanto al UCAM Murcia, su entrega y lucha fueron encomiables, y seguramente tendrán nuevas oportunidades de demostrar su valía.
El Murcia-Unicaja quedará grabado para siempre en la memoria de los aficionados al baloncesto, como un duelo épico que marcó el inicio de una nueva era en la Supercopa Endesa.