Murió ahogada
Es inexplicable e increíble el impacto que puede tener el agua en la vida de un ser humano. Puede sustentar la vida o acabar con ella en cuestiones de segundos. El agua no discierne entre jóvenes y viejos, ricos o pobres, fuertes o débiles. Todo aquel que se encuentre desprevenido puede convertirse en su víctima.
Yo mismo he sido testigo del poder mortal del agua. Hace unos años, fui testigo de cómo un niño pequeño se ahogaba en una piscina. Fue una experiencia horrible que me dejó marcado para siempre. El niño estaba jugando en el borde de la piscina cuando de repente se resbaló y cayó al agua. Se golpeó la cabeza contra el fondo de la piscina y quedó inconsciente. Los adultos que estaban cerca se apresuraron a sacarlo del agua, pero ya era demasiado tarde. El niño falleció trágicamente al día siguiente.
La muerte de aquel niño me enseñó una valiosa lección sobre el respeto al agua. El agua es una fuerza poderosa que debe tratarse con precaución. Nunca debemos subestimar su poder ni darla por sentada. Siempre debemos estar atentos a nuestro entorno y tomar precauciones para evitar accidentes.
Hay muchas cosas que podemos hacer para evitar ahogamientos. En primer lugar, debemos aprender a nadar. Saber nadar es una habilidad esencial que puede salvar vidas. También debemos asegurarnos de que nuestros hijos aprendan a nadar. En segundo lugar, debemos supervisar siempre a los niños cuando estén cerca del agua. Nunca debemos dejar a un niño desatendido cerca de una piscina, un lago o el océano. En tercer lugar, debemos utilizar siempre chalecos salvavidas cuando estemos en el agua. Los chalecos salvavidas pueden ayudarnos a mantenernos a flote y a evitar ahogamientos.
Siguiendo estas sencillas precauciones, podemos ayudar a evitar ahogamientos y mantener a nuestros seres queridos a salvo. El agua es un recurso precioso que debemos disfrutar con seguridad y respeto.