Estaba yo presentando las noticias, tranquilamente, cuando de repente se me apareció un pajarito en el hombro. Ni corta ni perezosa, lo acaricié suavemente, pensando que era un gesto entrañable.
Pero ¡oh, sorpresa! El pajarito se asustó y me cagó encima. En pleno directo.
La vergüenza que pasé fue monumental. No sabía dónde meterme. Por suerte, mis compañeros me echaron una mano y me ayudaron a limpiarme el desastre.
Pero lo peor no fue eso, sino que al día siguiente salió en todos los periódicos. ¡Hasta en el New York Times!
Ahora ya me río de lo que pasó, pero en ese momento no me hizo ninguna gracia.
Supongo que todo el mundo tiene un momento embarazoso en directo. Este fue el mío.
¿Y el vuestro?
Moraleja de la historia: nunca te fíes de los animales en directo.