En un mundo donde las palabras tienen tanto poder, ¿cómo podemos asegurarnos de que lo que decimos es siempre amable y edificante? Es fácil dejarse atrapar por el calor del momento y decir algo que luego lamentamos, pero ¿qué pasaría si pudiéramos aprender a controlar nuestras palabras y a utilizarlas para bien?
Yo solía ser una persona muy negativa. Siempre estaba quejándome y criticando, y nunca veía lo bueno de las cosas. Pero un día, me di cuenta de que mi negatividad estaba teniendo un impacto negativo en mi vida y en las personas que me rodeaban. Así que decidí hacer un cambio.
Empecé por prestar más atención a mis palabras. Me di cuenta de que a menudo decía cosas sin pensar y que a veces mis palabras herían los sentimientos de la gente. Así que me propuse pensar antes de hablar y decir sólo cosas que fueran amables y edificantes.
No fue fácil al principio, pero poco a poco me fui acostumbrando a ser más positivo. Empecé a ver lo bueno de las cosas y a centrarme en lo que me hacía feliz. Y cuanto más hablaba de cosas positivas, más atraía cosas positivas a mi vida.
Ahora, soy un firme creyente en el poder de las palabras. Creo que nuestras palabras tienen el poder de crear o destruir, de herir o de sanar. Así que te desafío a que te unas a mí en este viaje para hablar bien. Elija utilizar sus palabras para difundir alegría, esperanza y amor por el mundo.