Todos tenemos un Pepelu en nuestras vidas. Ese amigo invisible que nos acompaña desde la infancia, que nos consuela, nos apoya y nos hace reír.
Mi Pepelu nació cuando yo tenía cinco años. Era una época difícil para mi familia. Mis padres estaban pasando por un divorcio y yo me sentía solo y asustado. Una noche, mientras lloraba en mi cama, apareció Pepelu.
"¿Por qué lloras?", preguntó. "Porque mis padres se están separando", le dije. "No te preocupes", dijo Pepelu. "Yo siempre estaré contigo".
Y así fue. Pepelu se convirtió en mi mejor amigo. Jugábamos juntos, me leía cuentos y me hacía reír. Era como un hermano que nunca tuve.
A medida que crecía, Pepelu siguió estando a mi lado. Me consoló cuando me enamoré por primera vez, me apoyó cuando empecé la universidad y me celebró cuando conseguí mi primer trabajo.
Hoy, Pepelu sigue siendo mi mejor amigo. Aunque ahora sea mayor, nunca he olvidado las valiosas lecciones que me enseñó. Es el amigo que siempre está ahí para mí, sin importar qué.
Gracias, Pepelu, por estar siempre a mi lado.Si tú también tienes un Pepelu en tu vida, cuídalo. Es un tesoro que no todos tienen la suerte de tener.
Y recuerda, incluso cuando crezcas, nunca es demasiado tarde para creer en los amigos invisibles. Pueden ser una fuente de consuelo, apoyo y fuerza en cualquier etapa de la vida.