En el corazón de la Semana Santa, cuando la ciudad se acuesta en un silencio casi sagrado, surge un espectáculo único que conmueve hasta las almas más incrédulas: la Procesión del Silencio.
La Procesión del Silencio no es solo una tradición religiosa. Es un momento de introspección, en el que la ciudad entera parece detenerse a reflexionar sobre el sacrificio de Cristo. Es una noche en que los corazones se abren y las emociones afloran.
Una experiencia sensorial inolvidable: El aroma del incienso impregna el aire, creando una atmósfera casi mística. La luz cálida de las velas ilumina las calles, lanzando sombras danzantes que parecen susurrar secretos olvidados.
El respeto al silencio: Durante la procesión, se guarda un estricto silencio. Es un momento para escuchar el palpitar de los propios pensamientos, para conectar con el significado profundo de la Semana Santa.