Profugos del Anexo Veracruz




En las entrañas de la ciudad, donde el bullicio da paso al silencio y las luces a las sombras, se esconde un lugar de donde pocos logran escapar: el Anexo Veracruz.

Es un sitio de rehabilitación para adicciones, un lugar de encierro donde el tiempo se detiene y las promesas de redención se ven frustradas por los muros opresivos y el control asfixiante.

Allí, entre rejas y rostros apagados, conocí a Javier. Un hombre joven, atrapado en un ciclo interminable de adicción y desesperación. Sus ojos, una vez llenos de vida, ahora estaban nublados por el dolor y el anhelo de libertad.

Las historias de los internos del Anexo Veracruz son un tapiz de tristeza y arrepentimiento. "Me encerraron aquí como si fuera un criminal," me dijo uno, sus palabras cargadas de resentimiento. "No vine a rehabilitarme, vine a ser castigado."

Pero no todos los reclusos se resignan a su destino. Algunos, como Javier, encuentran la fuerza para desafiar el sistema. Un día, aprovechando un descuido de los guardias, Javier y un grupo de compañeros planearon su fuga.

En medio de la noche, con el corazón latiéndoles con fuerza, se escaparon por una ventana y desaparecieron en la oscuridad. La noticia de su fuga corrió como la pólvora, encendiendo una llama de esperanza en los corazones de quienes aún permanecían encerrados.

No sé qué habrá sido de Javier después de su fuga. Pero su historia es un testimonio del espíritu humano, de la inquebrantable necesidad de libertad que habita en nosotros incluso en las circunstancias más oscuras.

El Anexo Veracruz no es solo un centro de rehabilitación, es un símbolo de la opresión y la desesperación que enfrentan los adictos en nuestra sociedad. Los internos no son criminales, son víctimas de sus propias circunstancias y de un sistema que los ha abandonado.

Es hora de que abramos nuestros ojos a la realidad de lugares como el Anexo Veracruz y trabajemos juntos para crear una sociedad más compasiva y justa, donde la adicción sea tratada como una enfermedad y no como un crimen.

Porque todos merecemos una segunda oportunidad.