¿Qué pasaría si los Juegos Olímpicos fueran la Última Cena de Leonardo da Vinci?



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Imagina por un momento, si los Juegos Olímpicos, el evento deportivo más grande del mundo, fueran representados en la obra maestra de Leonardo da Vinci, "La Última Cena". Sería una escena épica, donde los atletas de diferentes nacionalidades y disciplinas se sentarían a la mesa, compartiendo un momento de camaradería y simbolismo.
Al igual que en la pintura original, Jesús presidiría la mesa, representado por el Presidente del Comité Olímpico Internacional. A su lado estarían los doce apóstoles, encarnados por los doce mejores atletas del mundo. Pero en lugar de pan y vino, la mesa estaría llena de medallas de oro, plata y bronce.
El cuadro reflejaría la diversidad de los Juegos Olímpicos. Atletas de todas las razas, géneros y habilidades se sentarían juntos, unidos por la búsqueda de la excelencia. Habría corredores de velocidad de piernas rápidas y gimnastas flexibles, nadadores elegantes y ciclistas resistentes. Cada uno representaría una disciplina diferente, pero todos compartirían el espíritu olímpico.
La obra también capturaría la intensidad de la competencia. Los rostros de los atletas estarían llenos de determinación y concentración. Las manos agarrarían las medallas con fuerza, simbolizando el duro trabajo y la dedicación que habían invertido para llegar a este momento.
Sin embargo, también habría un sentido de unidad. Los atletas se darían la mano y se abrazarían, reconociendo el respeto mutuo que sentían por sus oponentes. Sería un momento de deportividad y camaradería, donde las rivalidades se dejaran de lado.
La "Última Cena de los Juegos Olímpicos" sería un recordatorio del poder del deporte para unir a las personas. Demostraría que, a pesar de nuestras diferencias, podemos encontrar puntos en común y celebrar juntos nuestros logros.
Como en la pintura original, la mesa sería un lugar de reflexión y discusión. Los atletas compartirían sus experiencias, sus sueños y sus esperanzas para el futuro. Hablarían sobre la importancia del juego limpio, el respeto y la superación personal.
Y así, la "Última Cena de los Juegos Olímpicos" se convertiría en una obra de arte icónica, un símbolo de los valores más altos del deporte y un recordatorio de que, a través de la competencia amistosa, podemos unirnos y crear un mundo mejor.