Rafael Casanova: el último defensor de Barcelona




En el corazón de la ciudad de Barcelona, donde el Paseo de Lluís Companys se encuentra con la majestuosa Vía Laietana, se erige un imponente monumento que rinde homenaje a uno de los héroes más emblemáticos de Cataluña: Rafael Casanova.
Casanova, nacido en Moià en 1660, era un hombre de ley y un ferviente defensor de los derechos catalanes. Durante la Guerra de Sucesión Española, cuando las potencias europeas luchaban por el control de la Corona española, Casanova se puso del lado del Archiduque Carlos, pretendiente al trono Habsburgo.
En 1714, las tropas borbónicas, lideradas por Felipe V, asediaron Barcelona. Casanova, como presidente del Consell de Cent, el gobierno de la ciudad, organizó una valiente resistencia. El 11 de septiembre, en lo que hoy se conmemora como la Diada Nacional de Cataluña, Casanova dirigió a las tropas catalanas en una batalla desesperada contra las fuerzas invasoras.
A pesar de su heroísmo, Barcelona finalmente cayó ante el abrumador poderío borbónico. Casanova fue encarcelado y condenado a muerte, pero su sentencia fue conmutada por el exilio. Murió en 1743, lejos de su amada ciudad, pero su legado como símbolo de resistencia y patriotismo catalán perduró.
Hoy, el monumento a Rafael Casanova se alza como un testimonio perdurable de su valentía y sacrificio. En su base, una inscripción en catalán proclama: "A Rafael Casanova, último defensor de las libertades catalanas".
El 11 de septiembre, la ciudad de Barcelona honra la memoria de Casanova con una ceremonia solemne en su monumento. Es un día de luto y recuerdo, pero también de celebración de la identidad y la cultura catalanas.
La historia de Rafael Casanova es una historia de valentía, resistencia y amor por la patria. Es una historia que continúa inspirando a los catalanes en su lucha por preservar sus derechos y tradiciones.