En un momento en que el fútbol moderno parece cada vez más dirigido por el dinero y la política, es fácil olvidar la magia y la pasión que pueden surgir en un simple partido de fútbol.
Y eso es exactamente lo que sucedió cuando el Real Madrid se enfrentó al Alavés en la Copa del Rey en 2017. Era una noche lluviosa en Vitoria, y el ambiente estaba electrizante. Los aficionados locales vitoreaban con entusiasmo a su equipo, mientras que los madridistas, aunque en menor número, se hacían sentir con sus cánticos de "Hala Madrid".
El partido comenzó de manera emocionante, con ambos equipos creando oportunidades de gol. Pero fue el Real Madrid el que tomó la delantera a los 20 minutos, cuando Cristiano Ronaldo marcó un penalti. El estadio se quedó en silencio, excepto por el júbilo de los aficionados visitantes.
Pero el Alavés no se rindió. Siguieron luchando y creando ocasiones, y finalmente consiguieron el empate en el minuto 60. El estadio estalló en júbilo, y los aficionados del Real Madrid se quedaron atónitos. El partido parecía destinado a terminar en empate, pero el destino tenía otros planes.
En el minuto 89, Dani Carvajal envió un centro desde la derecha que encontró a Gareth Bale en el segundo palo. Bale controló el balón con el pecho y lanzó un potente disparo que se coló por la escuadra. El Bernabéu enmudeció, mientras que los aficionados del Real Madrid se volvían locos. Fue un momento mágico, que quedará grabado en la memoria de todos los que lo presenciaron.
El Real Madrid acabó ganando el partido por 2-1 y pasando a la siguiente ronda de la Copa del Rey. Pero más allá del resultado, este partido fue un recordatorio del poder del fútbol para unir a personas de todos los ámbitos de la vida y crear recuerdos que durarán toda la vida.
Para mí, este partido fue más que un simple partido de fútbol. Fue un momento que compartió con mi padre, quien me inculcó el amor por este deporte. Fue una noche que nunca olvidaré, y que me seguirá inspirando mucho tiempo después de que haya terminado de jugar.
Así que la próxima vez que te sientas desilusionado por el estado del fútbol moderno, recuerda el partido entre el Real Madrid y el Alavés. Recuerda la magia que puede suceder cuando 22 jugadores salen al campo y se entregan a su pasión. Y recuerda que el fútbol es, en última instancia, un juego que está destinado a unirnos, no a dividirnos.