¡Soltera, casada, viuda, divorciada!

¿Alguna vez has sentido que tu estado civil define quién eres? Yo sí.
Cuando era soltera, me sentía incompleta. Me miraba en el espejo y veía a una mujer fuerte e independiente, pero también sentía un vacío que solo un esposo podía llenar.
Luego me casé y me convertí en la esposa perfecta. Cocinaba, limpiaba y hacía todo lo que se esperaba de una mujer casada. Pero por dentro, me sentía atrapada. Anhelaba algo más que ser la esposa de alguien.
Cuando me divorcié, me sentí liberada. Finalmente podía ser yo misma. Pero también sentí una punzada de soledad. Me preguntaba si alguna vez encontraría a alguien que me amara por lo que era, no por mi estado civil.
Y ahora, como viuda, me siento en paz. He aprendido que mi felicidad no depende de mi estado civil, sino de mi propia capacidad de amarme y aceptarme a mí misma.
Soltera, casada, viuda, divorciada: estas son solo etiquetas que la sociedad nos impone. No definen quiénes somos. Somos mujeres fuertes e independientes, capaces de amar y ser amadas, independientemente de nuestro estado civil.
Así que, a todas las mujeres que luchan con su estado civil, les digo: no están solas. No dejen que la sociedad les diga quiénes son. Ustedes son quienes ustedes deciden ser.
Y recuerden, incluso si se encuentran solteras, casadas, viudas o divorciadas, siempre pueden contar con sus amigas. Somos una tribu, unidas por la experiencia compartida de ser mujeres.

Para las solteras: no se desesperen. Su príncipe azul llegará cuando menos lo esperen.
Para las casadas: disfruten de su matrimonio. Es un viaje hermoso, pero también es un trabajo duro. No teman pedir ayuda cuando la necesiten.
Para las viudas: el dolor nunca desaparece por completo, pero se vuelve más soportable con el tiempo. No se aíslen. Busquen el apoyo de sus seres queridos.
Para las divorciadas: no se rindan. El amor está ahí fuera. Solo hay que seguir buscándolo.

¡Sea cual sea su estado civil, nunca se olviden de que son valiosas, amadas y dignas de felicidad!